lunes, 19 de octubre de 2009
Curiosidades: "Sademo y Buñuel"
Entre otras muchas cosas, Sademo fue para mi un ejercicio de improvisación. En este caso no escribí un guión literario, ni técnico, ni tenía ningún tipo de estructura a la que aferrarme. Yo sólo improvisaba a la par que intentaba contar la historia de un viaje, un viaje de final incierto. Un viaje autobiográfico en clave surrealista donde se mezclaban mi pasado y mis recuerdos difusos. Soñaba dormido y despierto tratando de reconstruir aquello, por lo que la historia acabó pareciéndose mucho a un sueño. Su estética onírica de un blanco cegador impregna la mayor parte del cómic, el ritmo irregular incluso arritmico, y siempre pausado. Como mis recuerdos de entonces. Como muchos de mis sueños.
Además pasaba tardes enteras en la biblioteca de Aragón leyendo sobre el tema de Los Sueños
y su abstracta simbología.
Un buen día un amigo me puso en su casa la película Un perro andaluz de Luis Buñuel. Me pareció muy interesante porque tenía mucho que ver con todo lo que yo estaba absorviendo en esos días. El hecho de que alguien hubiera concebido una idea tan diferente años atrás en lugar de seguir los parámetros comerciales del momento me pareció arriesgado y por lo tanto muy inspirador.
Me sirvió de empujón para creer más en mi proyecto personal en lugar de amoldarme a la estructura convencional del cómic, que no es lo que yo quería con Sademo.
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